Si hay una etapa en la vida que esté llena de cambios ésa es la adolescencia. Durante este período los jóvenes tienen que hacer frente a muchos desafíos en sus vidas, adentrándose en un mundo nuevo más cercano al del adulto pero también con sus diferencias. La adolescencia es más que un mero proceso biológico, conlleva una serie de cambios cognitivos que hacen que sea una época de madurez intelectual y aparezcan experiencias mentales y emocionales más complejas, abandonando las limitaciones del pensamiento infantil.

Los avances que tienen lugar en la adolescencia permiten que se de una incrementada conciencia de sí mismo, desarrollándose la valiosa capacidad de la introspección. A pesar de que se trata de un logro evolutivo que ayudará al adolescente a comprender mejor el mundo en el que vive, también es la base desde la que se cometerán numerosos errores a la hora de procesar la información que les llega desde el exterior. Aquí es donde entra el estereotipo del adolescente tan ensimismado en sus preocupaciones que está convencido de que a los otros les importa la imagen que da y también lo que hace a cada momento. Por esta razón en su mente continuamente se encuentra anticipando las reacciones que puede tener en los demás como si tuviera una especie de auditorio imaginario. Esta forma de egocentrismo típica del adolescente se ha denominado como fábula personal que consiste en una historia que el joven se construye en la que tiene un papel protagonista ante las demás personas, y en la que sus experiencias son percibidas como únicas y especiales. En esta etapa el adolescente desea cierta independencia respecto a sus raíces familiares y lo va a buscar especialmente en su círculo más cercano, entre sus iguales. En su aventura personal va a a tener muy en cuenta las expectativas de los otros  que van a determinar en muchas ocasiones su comportamiento y las decisiones que tome en su día a día. En este afán de encontrar su lugar en el mundo, el adolescente trata de satisfacer las expectativas ajenas, no solo las de sus iguales, sino también las de su familia y profesores. Es un período de muchos cambios vitales que se presentan de repente y que demandan con cierta urgencia su adaptación para que pueda seguir completando el puzzle de su identidad con las nuevas piezas que se esconden en medio de la intensidad de su mundo interior.

¿Nuestros adolescentes poseen buena salud mental?. Según una encuesta realizada en el año 2014 por la Asociación Americana de Psicología (APA), a partir de una muestra formada por 1.018 jóvenes con edades comprendidas entre 13 y 17 años, el 31% experimentaron un estrés elevado en el año anterior. Asimismo, el 42% afirmaron no contar con ninguna estrategia para manejar el estrés. Tales cifras son relevantes en cuanto a que numerosos estudios han remarcado la relación existente entre el estrés crónico y el desarrollo de depresión y bajo rendimiento académico.

¿Qué recursos disponen los adolescentes para mejorar su bienestar psicológico?. La gran mayoría de los jóvenes a estas edades encuentran apoyo en agentes externos como la familia, amigos y también en la realización de hobbies. A raíz de estos hechos, expertos en la materia han señalado la conveniencia de que los adolescentes cuenten con recursos internos a los que puedan acceder en momentos de vulnerabilidad.

En la investigación puesta en marcha por el Dr. Brian Galla en la Universidad de Pittsburgh aplicaron un entrenamiento en mindfulness con el objetivo de reducir el estrés y mejorar la salud y el bienestar de la población adolescente. Para ello seleccionaron una muestra de 132 jóvenes que hicieron un retiro de 5 días en el que se iniciaron en técnicas de mindfulness y otras habilidades cognitivas y emocionales como son la autocompasión y la gratitud. Al terminar el entrenamiento los resultados mostraron que los participantes disminuyeron su nivel de estrés y se encontraban menos deprimidos, más contentos y autocompasivos, y expresaban una mayor satisfacción con sus vidas. Además, tales beneficios se prolongaron en el tiempo ya que 3 meses después aseguraron sentirse mejor que cuando comenzaron el retiro de mindfulness. Gracias a este entrenamiento aprendieron habilidades que les ayudaron a gestionar mejor los momentos de estrés y a afrontar los desafíos de la vida. Entre los recursos que encontraron más útiles, la autocompasión ocupaba un lugar clave ayudándoles a desarrollar una relación más amable consigo mismos. Mediante la práctica de la autocompasión, los adolescentes aprenden a sentarse con sus emociones, a observar con curiosidad su mundo interior y a abrazar su yo más vulnerable. Además, cuando tomamos consciencia de lo que sentimos somos más capaces de identificar aquello que nos agita, volver hacia dentro de uno mismo y recuperar la calma que necesitamos para seguir adelante con nuestras vidas.

La adolescencia se compone de desafíos a los que la mente adolescente suele responder con autocrítica, soledad e incertidumbre acerca del futuro. La autocompasión enseña al adolescente a tratarse con amabilidad en los momentos difíciles y romper con la autocrítica y la rumiación, protegiendo su bienestar emocional. El adolescente estresado tiende a aislarse con la creencia de que no hay nadie a su alrededor que pueda comprenderlo. En cambio, el adolescente que practica la autocompasión, ve el sufrimiento como parte de la experiencia humana y por lo tanto sabe que no tiene por qué sentirse solo, mostrándose más receptivo a la compañía de sus seres queridos y, por lo tanto, tiene más posibilidades de obtener apoyo de su entorno cercano.

La adolescencia es vista desde fuera como una tormenta que atraviesan los jóvenes en su paso hacia la adultez. Nos reconfortamos creyendo que es solo una etapa que tiene una duración limitada, por lo que cogemos el chubasquero, nos calzamos las botas y nos salvaguardamos hasta que pase la tempestad. Y mientras, dejamos en manos de nuestros adolescentes su propio bienestar, confiando ciegamente en que serán ellos los que encuentren los modos de afrontar los grandes cambios que llegan a sus vidas. Pero, ¿y si pudiéramos darles alguna orientación en ese pedregoso camino que tienen por recorrer?. Quizás volver a nuestro adolescente interior nos ayude a escucharles mejor y a entender sus necesidades. De esta manera podemos enseñarles a usar la brújula que muestra los senderos por los que pueden transitar para ajustar sus pensamientos, emociones y acciones a sus metas. Así les estaremos regalando no solo un recurso para que en los tramos irregulares recobren el equilibrio, sino también el valor de que sean capaces de recorrer por sí mismos desde la sabiduría su propio camino hacia una vida plena.

Es fácil creer que somos olas y olvidar que también somos el océano

http://www.apa.org/news/press/releases/2014/02/estres-adolescentes.aspx

Haz clic para acceder a Galla-2016-teens-and-M-and-SC.pdf

Paula Fernández Rivas
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Por Paula Fernández Rivas

“La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida” Viktor Frankl

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