Éste no es un artículo más sobre la psicología del personaje icónico basada en la que ha sido recién nombrada como película más taquillera de la historia: Joker (2019). Este artículo no va sobre los posibles diagnósticos con los que podrían etiquetarse a Arthur Fleck en base a los “síntomas” derivados de su comportamiento y dificultades que se ponen de relieve en el film. Así es, en este artículo no encontrarás una revisión de estudios que den una explicación a la evolución que toma el personaje de Arthur hasta convertirse en el malo de la saga de Batman, el Joker. Lo siento si esperabas encontrar otro punto de vista profesional sobre los orígenes del villano más icónico en la historia de los superhéroes. Aquí no vas a encontrar nada de eso, pero al final del artículo aportamos algunas entrevistas sobre el tema que te pueden interesar. Y es que este artículo está escrito con la intención de crear un espacio para dar rienda suelta a toda la gama de emociones que nos ha suscitado el acompañar a Arthur durante las 2 horas que dura la película sobre su inquietante historia.

[ATENCIÓN! PUEDE CONTENER SPOILERS]

El film de Joker comienza con la aparición en escena de nuestro protagonista, a quién le ponemos por primera vez cara y nombre a su persona, Arthur Fleck, dándole vida un sobresaliente Joaquín Phoenix que logra transmitir toda la vulnerabilidad que hay en él. En estas tempranas secuencias de la película ya se observa un mundo de contrastes, llamando la atención los colores rojizos vivos del disfraz de payaso de Arthur bailando en medio de las inmundas y crispadas calles de Gotham, en las que no deja de crecer la tensión y la rabia contra el sistema establecido. Desde el principio se nos muestra el lado más humano de Arthur, su lucha interna por sonreír en la búsqueda del propósito que le ha sido encomendado, que es traer felicidad al mundo, cuando en su rostro se vislumbra un malestar profundo que es reprimido a voluntad. Mas adelante en la historia conocemos que Arthur tiene un deseo noble, que es llegar a ser cómico y poder así recibir la atención y aprobación de los demás, y especialmente el orgullo de su madre anciana, de donde le viene su propósito. Pero cuenta con un hándicap, y es que presenta una enfermedad neurológica que le produce una risa descontrolada en situaciones de intensidad emocional. Sin embargo, Arthur tiene conciencia de su enfermedad y cumple de manera responsable con su tratamiento, tomando su medicación y acudiendo a sus citas con la trabajadora social, haciendo esfuerzos por integrarse en su comunidad y ser así “un ciudadano más”.

No obstante, todo esto no es suficiente para evitar el estigma y el rechazo social a los que es sometido Arthur por parte de su entorno y que va encendiendo la llama del odio que termina haciendo saltar la chispa. Y es que a medida que avanza la trama, nos damos cuenta de que la gasolina que hay en el interior de Arthur se ha ido acumulando desde su infancia, creciendo en un entorno patológico de abusos y negligencia. Llegamos a la parte más cruda de la historia de Arthur, la relativa a sus experiencias más tormentosas y que hacen despertar en los espectadores sentimientos de piedad por un niño vulnerable al que nadie ha podido salvar de su propio infierno. Se hace el silencio en la sala de cine. Un nudo en la garganta. La impotencia de saber que esta historia no va a tener un final feliz. El punto final empieza a dibujarse cuando Arthur pierde la esperanza de hallar lo que siempre ha buscado en sus alucinaciones fantasiosas, un refugio de amor y aprobación en el que encontrar la seguridad que nunca experimentó en su pasado. Un fuerte viento hace reavivar la llama del odio con más fuerza, ya no hay marcha atrás. Arthur deja salir con sus actos toda la tinta oscura que hay en su interior y hace que se desparrame cubriendo de negro todo lo que le rodea. Ya no hay contrastes, es todo sombra. Arthur encuentra en la violencia un calmante para su dolor. Despedimos al delicado Arthur. Entra en escena la personalidad arrolladora de el Joker.

Si hay algo en lo que estamos todos de acuerdo es que Joker de Todd Philips no ha dejado indiferente a nadie, suscitando reflexiones y polémicas, a partes iguales. Y es que el director ha sabido darle un toque humano al villano de Batman metiéndolo en la frágil piel de Arthur, un personaje que encarna el sufrimiento fruto de un pasado lleno de traumas. Porque no hay nada más humano que la experiencia privada del sufrimiento, algo que todos vivimos en algún momento de nuestras vidas en mayor o menor intensidad, pero sabemos cómo es su palpitar en nuestros adentros. Es por eso que el dolor psíquico visible en el rostro de Arthur nos remueve porque conectamos con su vulnerabilidad, con su esencia humana, y nos despierta compasión. Y es que hay otra vida posible para Arthur, una en la que se cruzaría con una voz compasiva que le hablase desde la humanidad compartida, con amabilidad y ternura. En el abrazo de esa figura bondadosa, Arthur se sentiría acogido en su comunidad, valorado como la persona que es, escuchado de verdad pudiendo dejar salir sus demonios y siendo apoyado para seguir adelante en la búsqueda de sus propósitos. ¿En ese final alternativo no llegaría Batman a conocer al Joker? Quién sabe, quizás Arthur sería simplemente Arthur con su vida particular o tal vez la biología le ganara el pulso al ambiente. Hay muchas posibilidades, pero lo que sí sabríamos es que un mundo compasivo que tratara a Arthur como un humano más, sumaría papeletas para que la persona venciera al villano, y llegar así a un mejor final.

Enlaces de interés:

https://hipertextual.com/2019/10/psicologia-joker

https://www.espinof.com/otros/joker-divide-a-psicologos-criminologos-vision-peligrosa-enfermedad-mental-brillante-estudio-asesino

https://www.fandom.com/articles/psychology-joker-2019-joaquin-phoenix

https://www.vanityfair.com/hollywood/2019/10/joker-joaquin-phoenix-psychology

http://www.psicologiacaps.es

Paula Fernández Rivas
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Por Paula Fernández Rivas

“La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida” Viktor Frankl

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