En la infancia, crece nuestro cuerpo, nuestro cerebro pero no sólo nos desarrollamos de manera fisiológica también emocional y psicológicamente; con el conjunto de experiencias, el ambiente, el calor de los seres queridos vamos conformando nuestra manera de ver y enfrentarnos al mundo. Por ello en esta etapa es crucial el amor, el cariño que podamos recibir de nuestros padres o tutores, de nuestros hermanos, de nuestros iguales. Todo aquello que nos enseñen en nuestra infancia va a ser significativo cuando seamos adultos.

Para un adulto es importante adaptarse al medio, aceptar que existen las situaciones difíciles y que se puede salir fortalecido de ellas o lo que es lo mismo, ser un adulto resiliente.

Los padres son el agua para que crezca la semilla:

Con lo cual fomentar desde la infancia una actitud resiliente hacia la vida puede ser crucial a la hora de educar a nuestros hijos, para que sean adultos psicológicamente saludables. Se trata de darles una herramienta más ante la vida, que a veces nos pone en situaciones adversas en la que no encontramos solución o consuelo.

Las madres, padres o tutores tienen la capacidad especial de poder dotar a sus hijos no solo de los cuidados necesarios básicos, sino también de regalarles un bienestar psicológico y con ello, la potente herramienta como es la resiliencia.

La parentalidad resiliente , que es ejercida por los padres o tutores, es capaz de apoyar afectivamente transmitiéndoles que los sucesos de los vida son parte  de una proceso continuo donde existe la situaciones adversas de las cuales se pueden ver como fuentes de crecimiento, siempre que los niños encuentren en sus tutores el apoyo necesario para enfrentarlas y darles un sentido. Por ello es importante la presencia de un adulto significativo que pueda influir positivamente en el desarrollo de la niña o el niño.

Para fomentar la habilidad resiliente; primero  se debe fomentar las redes sociales con los iguales, hacer y tener amigos ya que las relaciones personales les brinda con apoyo social y fortalece la resiliencia de los niños. También, se debe enseñar a los niños a ayudar a los demás, la empatía es un rasgo muy importante, el ponerse en el lugar del otro favorece la resiliencia. Por otro lado, el mantener una rutina diaria es un sentimiento reconfortante para los niños, especialmente a los más pequeños. Ellos necesitan saber que están cumpliendo y haciendo bien sus tareas. Otro aspecto para desarrollar la resiliencia, enseñar a combatir la inquietud y la preocupación, que aprendan a concentrarse en sus propósitos pero también a descansar y hacer cosas diferentes. Es necesario que los niños estudien pero que también jueguen y se diviertan.

Además es importante enseñar a los niños a cuidarse, cuidar de su propia salud, de su apariencia e higiene, de su descanso. Animar a los niños a fijarse metas es otro aspecto importante, enseñar a los niños a establecer algunas objetivos que ellos pueden alcanzarlos aprenderán que tener desafíos les hacen sentirse ‘grandes’. Es muy importarte alimentar una autoestima positiva ayúdale a que aprenda a confiar en sí mismo para resolver los problemas y tomar las decisiones adecuadas. Enseñar a los niños a tomar la vida con humor y la capacidad de reírse de sí mismo.

Estimular el autoconocimiento en los niños, que enseñar a los niños que con todo se aprende y se crece. Aceptar que el cambio es parte de la vida los cambios pueden ser difíciles para los niños, es importante ver que el cambio forma parte de la vida.

La escuela como el sustrato para que crezca la semilla de la resiliencia:

Para que cualquier planta crezca, no solo es importante el agua que echamos, también es muy importante el sustrato, y es que, actualmente nuestros infantes pasan una media  de cinco horas al día en el colegio. Ese tiempo también es significativo para que la resiliencia pueda adquirirse como hábito.

Es importante que el maestro o educador no sólo enseñe a sus alumnos a responder preguntas, sino que también es necesario enseñar a elaborar las preguntas, aprender a aprender. Que los alumnos aprendan  a formular preguntas abiertas, hará que actúen de manera reflexiva y sean capaces de verbalizar sus preocupaciones.

Aprender hábitos saludables, que también enseñan los padres o tutores, en la escuela pueden fortalecerse, tener una rutina, practicar ejercicio físico, el colegio es un buen ambiente para fomentarlo.

Otra arma, para adquirir la resiliencia sería fomentar la bondad, ya que un acto bondadoso genera gratitud, esto lleva al niño a tener la perspectiva de la gratitud frente a la adversidad.

Es muy importante hacer sentir útiles a los alumnos; que tengan la sensación de que sirven para algo, y así, automáticamente estaremos ante alumnos con una elevada autoestima, el quererse así mismo es importantísimo para desarrollar la resiliencia.

Otro aspecto importante es la resolución de problemas o conflictos, entrenar a la mente para poder ver los conflictos como una posibilidad de resolución, para luego poder reconocer las adversidades en la vida cotidiana y superarlas, quedándose con lo bueno.

En conclusión, para promover la resiliencia, tanto en casa como en la escuela es fundamental tener un clima positivo y optimista, donde el niño o la niña se sienta seguro y querido, darle el apoyo que necesite y que los adultos que rodeamos a los niños seamos capaces de transmitirles esa resiliencia, el crecer ante la adversidad. Para que, en un futuro sean adultos responsables y felices, con capacidad resiliente.

Que el árbol sea frondoso es un trabajo de muchos adultos que sean significativos para los niños.

Haridian Rodríguez
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Por Haridian Rodríguez

“Un pájaro posado en árbol nunca tiene miedo de que la rama se rompa, porque su confianza no está en la rama, sino en sus propias alas’’.

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