Ya está aquí de nuevo la Navidad, y es que parece que cada año llegan antes estas fechas, quizás porque cada vez aguantamos menos el entusiasmo por vestir el mundo con los colores reina de estas fiestas: blanco, rojo y dorado. El mundo entero se engalana estos días para recibir a unas fiestas deseadas por quién más  y quién menos, sí sí, con ésto incluyo a aquéllos que todos los años se reafirman en su deseo de no participar en este espectáculo  y que acaban de alguna manera sucumbiendo a la magia que la Navidad deja cada año en nuestras vidas. Y es que estas fiestas se presentan como una maravillosa oportunidad para embriagarnos de emociones positivas y de expresar nuestros afectos a las personas que nos rodean. Una vez al año nos abrimos a los demás y manifestamos con palabras, regalos y con detalles todo aquello que sentimos el resto del año y que ahora con la excusa de la Navidad, se nos da la ocasión de compartir con el otro. Son fechas de reuniones y reencuentros, las distancias se hacen más cortas estos días, y estas fiestas nos recuerdan que siempre habrá un motivo para regresar y celebrar que el tiempo pasa, las personas cambian, pero los vínculos son los eternos supervivientes y la Navidad nos lo demuestra.

Las fiestas quedan inauguradas en un hogar cuando se abre el baúl de los adornos y los colores de la Navidad pasan a ser los invitados de honor en nuestra casa. Su cometido va a ser recordarnos cada día por estas fechas que dentro de nosotros conservamos el espíritu de aquel niño o niña que esperaba con impaciencia estos días en el que todo a su alrededor se volvía más alegre, que veía cómo en su entorno crecían los lazos entre las personas de su vida y al que se le dejaba soñar por un tiempo y pedirle al mundo aquéllo que más deseaba. Ese niño o niña aún sigue en nuestro interior y está presente cuando sentimos mariposas en el estómago con el encendido de luces de Navidad, cuando nos sale una sonrisa al ver el árbol terminado de adornar, cuando nos divertimos cantando villancicos con nuestros seres queridos, cuando buscamos con ahínco el regalo perfecto para que esa persona se emocione con la intensidad con la que nosotros abríamos los regalos cuando eramos pequeños. Todos sentimos la llamada de la Navidad estos días y nos animamos a salir a la calle a disfrutar del espectáculo de luces y colores que enciende aquellas partes de nosotros mismos que el resto del año permanecen apagadas y la llama de las fiestas por unos días hace que nos sintamos más vivos.

El secreto de la Navidad es que nadie puede robarte la ilusión que crece en ti por estas fechas, ni siquiera tu grinch interior, y estas fuerzas que nacen en nosotros estos días nos dan ese empujón que necesitamos para comenzar el nuevo año que está por llegar. Las nuevas tecnologías nos invitan a revisar nuestro 2016 para ayudarnos en la tarea anual de hacer recapitulación y ver los recuerdos que dejamos atrás. Es momento de reflexionar sobre lo vivido durante los pasados 365 días y decidir qué dejaríamos y qué llevaríamos con nosotros al nuevo año que entra. También es una buena ocasión para pensar sobre nuestras aspiraciones para el 2017, y con la excusa de los propósitos de año nuevo, marcarnos unas nuevas metas con la experiencia renovada que nos ha aportado el año que despedimos. Y cuándo hagas este ejercicio recuerda no quedarte corto en tus sueños ya que contarás con 365 días con sus 8.760 horas y sus 525.600 minutos con 31536000 segundos para convertir lo que ahora ves como sueños en la realidad más palpable que jamás pudiste imaginar.

El equipo de ActivayMente te desea unas felices fiestas y un próspero año 2017 en el que esperamos seguir acompañándote en tu camino.

 «…No temas demostrar tus verdaderos colores, son hermosos…»

Paula Fernández Rivas
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Por Paula Fernández Rivas

“La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida” Viktor Frankl

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