La Psicología es una ciecancia y como tal evoluciona con el devenir de los tiempos. La forma de abordar los problemas psicológicos va cambiando a medida que aparecen nuevas perspectivas fruto del estudio científico. Así es cómo aparecen nuevas terapias que demuestran su eficacia a la hora de atender las necesidades psicológicas de la sociedad. Es el caso de las Terapias de Tercera Generación que aportan una aproximación diferente que su antecesora, la popular Terapia Cognitivo-Conductual que constituye la segunda generación.

La nueva perspectiva que aporta la tercera generación se basa en un modelo contextual de los problemas psicológicos. Vuelve a poner el énfasis en el papel de las circunstancias en las que se encuentra el individuo, en el sentido que resaltaba Ortega y Gasset en su conocida frase. Por este motivo también se le conocen como Terapias Contextuales. En su proceder recupera de la primera generación de Terapia de Conducta el uso del análisis funcional para desentrañar las relaciones de la persona con su entorno y extiende su aplicación a la propia intervención terapéutica. El término paciente cambia su significado y se le otorga a la persona la capacidad de actuar sobre aspectos de su vida para recuperar el bienestar.

Las Terapias Contextuales conforman una visión diferente de la psicopatología que se contrapone al modelo internalista de la segunda generación. Las Terapias Cognitivas ponían el origen de los problemas psicológicos dentro de la persona, concretamente en sus esquemas mentales. En consecuencia, las técnicas terapéuticas se centraban en modificar las creencias y pensamientos del individuoart-194753_640 por un nuevo pensamiento y lenguaje que le aportará mayor bienestar. Este enfoque sigue la lógica subyacente al modelo médico aplicado a la Salud Mental que sitúa la causa de la psicopatología inherente al sujeto y mide su mejoría en términos de reducción de los síntomas. La calidad de vida es una cuestión de números y la tendencia a la hora de diagnosticar es infravalorar la experiencia subjetiva de acuerdo a las directrices que marca el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). La psiquiatría moderna escucha más al síndrome clínico que a la persona, olvidándose de la naturaleza humana de los problemas psicológicos.

La tercera generación de terapias destaca el papel activo del individuo devolviéndole la responsabilidad de su vida y la capacidad de reorientarla en una dirección valiosa y con sentido para él. Entre ellas se encuentra la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) que concede un rol fundamental a los valores de la persona que constituyen los horizontes hacia los que dirigir la conducta. Más que técnicas, ACT aporta una serie de principios que conforman el marco terapéutico:

  • Aceptación del sufrimientodire como una experiencia más que compartimos con nuestros congéneres.
  • Adoptar compromisos con acciones que sean significativas para la vida de uno.
  • Clarificar los valores personales que se toman como referencia a la hora de actuar.
  • Establecer contacto con el momento presente en el modo de Mindfulness: describir, no juzgar, dejar ir.
  • Adoptar la posición del yo observador, dando un paso atrás para ver con perspectiva los contenidos de la mente.

Las Terapias Contextuales han nacido para despertar conciencias  y revelar la necesidad de humanizar los problemas psicológicos como punto de inflexión para encontrar soluciones eficaces. Desde su aparición han acumulado evidencias de resultados positivos en su aplicación en depresión, ansiedad, etc. Sin embargo, su objetivo va más allá desarrollando un modelo de Salud Mental centrado en la persona buscando en lo común de la naturaleza humana y contribuyendo en la evolución de las Ciencias del Comportamiento.

Paula Fernández Rivas
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Por Paula Fernández Rivas

“La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida” Viktor Frankl

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