Todos hemos experimentado alguna que otra vez el temor a la mirada del otro e incluso cambiado nuestro comportamiento en función de lo que creemos que recibirá una mayor aprobación social. Desde muy pequeños recibimos lecciones de conducta con la finalidad de complacer a nuestros referentes, que son nuestros padres, profesores y con el tiempo nuestros propios iguales. Así es cómo a medida que crecemos vamos interiorizando la idea de que sabemos que hacemos lo correcto cuando recibimos una evaluación positiva por parte de los demás. La cultura en la que vivimos tampoco deja mucho margen para que uno se forme su propio criterio en función de su experiencia, en vez de eso modela a los individuos a imagen y semejanza de unos estereotipos vendiendo un ideal de perfeccionismo que mariposa1se corresponde más con la ficción que con la realidad. En este contexto se entiende la razón por la que el miedo a la evaluación está presente en mayor o menor medida en nuestras vidas.

Cuando el miedo a la evaluación se vuelve patológico estamos ante un Trastorno de Ansiedad Social (o Fobia Social) que se caracteriza por un temor intenso al escrutinio produciéndose ansiedad en una o más situaciones de tipo social (mantener una conversación, hablar con extraños, comer o beber delante de gente, utilizar aseos públicos, etc). En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) se incluye la especificación «solo relacionado con la ejecución» para aquellos casos en los que se da solo en el contexto de hablar en público. Los síntomas físicos más frecuentes en la Ansiedad Social son el rubor facial, la sudoración excesiva, temblor de manos, palpitaciones, náuseas, etc. El resultado es que la persona con Ansiedad Social evita estas situaciones y se produce un alivio del malestar, entrandodanbo en un círculo vicioso que limita de manera significativa su vida. Por esta razón se ha considerado el Trastorno de Personalidad por Evitación como una forma severa de Ansiedad Social que se describe como un patrón generalizado de inhibición social.

El Trastorno de Ansiedad Social es uno de los más prevalentes dentro de la categoría de los Trastornos de Ansiedad y su edad de inicio tiene lugar entre los 14 y 16 años. No es casualidad que el comienzo de los síntomas se produzca en una etapa de la vida en el que el criterio social empieza a tener un mayor peso en la conformación de la identidad. Los adolescentes continúan desarrollando su personalidad a través de cómo se ven reflejados en los demás y son muy sensibles al rechazo, en un momento en el que están buscando dónde encajar dentro de la inestabilidad de su mundo.

etiquetasCabe hacer una distinción entre Ansiedad Social y timidez, puesto que en muchas ocasiones esta díada da lugar a confusión. Aparentemente puede resultar difícil distinguir ambos perfiles, pero si profundizamos vemos que la timidez es un concepto más restrictivo, teniendo que ver con el temor al juicio negativo. Esto da lugar a que las personas tímidas se comporten de manera más inhibida según qué situaciones. También hay que destacar las diferencias con la introversión, concepto que heredamos de los Tipos Psicológicos de Carl Jung y que hoy en día se entiende como un rasgo de personalidad. Las personas introvertidas frente a las extrovertidas responden mejor ante situaciones de baja estimulación debido a su disposición biológica, en concreto de la reactividad de su sistema nervioso central. Esto hace que busquen entornos tranquilos y discretos, disfrutando de momentos de soledad y que su rendimiento sea mejor cuando no trabajan en equipo, al contrario que los extrovertidos, que no se ven sobreestimulados en dichos contextos. Como podéis imaginar los introvertidos encuentran muchas dificultades en una sociedad cada vez más hecha a medida de extrovertidos en la que se promueven entornos abiertos que faciliten la interacción social, cambiando la imagen clásica del puesto de trabajo y trasladando esta idea a la educación.

El Trastorno de Ansiedad Social puede ser muy incapacitante para la persona causándole graves consecuencias en los diferentes ámbitos de su vida. Además, los individuos con este problema experimentan un gran malestar debido a que les lleva a adoptar un estilo de vida que bloquea cualquier expectativa de cambio y les impide ir tras sus objetivos. La terapia psicológica desde el enfoque cognitivo-conductual va encaminada a poner en contacto al sujeto de nuevo con su vida, identificando las creencias y supuestos que lo mantienen bloqueado en esa situación y ayudándole a exponerse poco a poco a las situaciones sociales. Se han desarrollado programas de tratamiento que engloban diversas técnicas adaptadas a diferentes rangos de edad y características que toma la Ansiedad city-people-bubble-soap_optSocial en cada persona. Para ello es importante haber realizado una evaluación previa para detectar posibles carencias conductuales y poder así seleccionar intervenciones que tengan en cuenta las particularidades del cliente. En algunos casos será pertinente atender específicamente los síntomas físicos o implementar un entrenamiento en habilidades sociales o en asertividad.

Desde las Terapias de Tercera Generación se ha aplicado la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) en casos de Ansiedad Social con resultados positivos, remarcando el papel de la aceptación y los valores personales en el reestablecimiento del bienestar.

Una última reflexión acerca del papel de la timidez y de la introversión en la evolución del Trastorno de Ansiedad Social. Hablamos de un problema de repercusiones visibles en la vida de quien lo experimenta y existe la necesidad de mejorar el diagnóstico y continuar estudiando posibles intervenciones eficaces que permitan devolverle la calidad de vida a este colectivo. Sin embargo, corremos el riesgo de patologizar aspectos que se relacionan más con la forma de ser de la persona y así tratar como síntomas algo que va en la esencia del individuo. Por tanto, en la Ansiedad Social, como en el resto de problemas psicológicos debemos tener en cuenta las diferencias y saber respetar la unicidad de quién tenemos delante. De otra manera, si imponemos un modelo universal siguiendo las características exitosas deseables en nuestra sociedad, estaremos despojando a la persona de sus mayores fortalezas. Recordemos que grandes personajes de nuestra historia eran también grandes introvertidos o grandes tímidos que supieron buscar los contextos en los que explotar sus potencialidades y ponerlas al servicio de la comunidad.

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Paula Fernández Rivas
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Por Paula Fernández Rivas

“La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida” Viktor Frankl

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