El constructo de Inteligencia Emocional ha sido añadido hace relativamente poco al campo de la psicología de la educación.

El término inteligencia emocional es un concepto que acuña Goleman a partir de los trabajos realizados por Salovey y Mayer quiénes previamente definen qué es lo que se entiende por Inteligencia Emocional. Goleman (1998, p.430) adapta ese concepto y define la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los sentimientos de los demás, motivarnos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos”.

La inteligencia emocional, es definida por Salovey y Mayer (1990) como la habilidad de manejar nuestros sentimientos y emociones para dirigir los propios pensamientos y acciones, o también es definida por los autores como la habilidad para motivarse y persistir frente a las frustraciones, controlando los impulsos, postergando las gratificaciones, regulando los estados de humor, desarrollando empatía y optimismo. Según Goleman(1995), juega un papel clave en esta encrucijada. Autores tales como Stan y Galea (2014), ejemplificaron recientemente esto a través de un programa que trataba de desarrollar las habilidades sociales y emocionales, logrando una reducción significativa en los datos referentes a violencia escolar entre estudiantes. Estos resultados no resultan innovadores puesto que Benítez, Tomás de Almeida y Justicia (2007) también encontraron una mejora significativa en aquellos estudiantes que participaron en un programa de mejora de las habilidades sociales, destinado a combatir y prevenir el maltrato entre iguales.

En palabras de Elipe, Ortega, Hunter y Rosario (2012), la inteligencia emocional está adquiriendo cada vez
más, una mayor relevancia en el contexto escolar, especialmente en relación al clima de convivencia ya que, referenciando el trabajo de autores como por ejemplo Extremera y Fernández-Berrocal (2004) o Sotil, Escurra, Huerta, Rosas, Campos y Llaños (2008),ésta puede mejorar las relaciones interpersonales en el aula y procurar así, soluciones pacíficas ante los conflictos que viven los estudiantes. Cabe abrir un paréntesis en este punto y es que, no sólo aquellos programas que trabajan con la inteligencia emocional de los alumnos son los más eficaces. Un ejemplo de dichos programas es el de Stevens, De Bour-deaudhuij, Van Oost (2002), el cual incluye también actividades para padres, profesores y estudiantes.

Noelia Carbonell Bernal
Últimas entradas de Noelia Carbonell Bernal (ver todo)
(Visited 550 times, 1 visits today)

Por Noelia Carbonell Bernal

"Lo único que hace inalcanzable algo es dejar de luchar"

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: